Pa' Recordar

@DJWALLASSCE

EL BENNY

 

Cuando avanzó por la alfombra roja me dio la impresión de que no caminaba, sino más bien que flotaba; se deslizaba elásticamente como si fuera de goma o en lugar de huesos tuviera algún material más flexible, o como si caminara sobre una nube, esa impresión no se me ha borrado y así lo veo transcurriendo por la vida y la memoria, siempre en movimiento. Ninguna imagen es capaz de captarlo, siempre se escapa... Sin duda es más complejo penetrar en la personalidad humana y musical de Beny Moré, empresa que me parece más difícil aún dada la impermeabilidad de un nombre aparentemente sencillo y obviamente directo, extrovertido y espontáneo. A veces la risa oculta más y el canto es más misterioso que el silencio. Con estas palabras se refiere Leonardo Acosta artista viejo compañero. Beny, en 10•  atriles de su banda musical.

Maximiiano Bartolo Moré, quien en México decide llamarse “Beny”, porque allá Bartolo dignifica "burro ', combinó dos elementos que caracterizaron esa personalidad magnetizante y contagiosa: Su talento natural, perfeccionista y universal de la música, y d desborde de una alegría sana que brotaba en cada presentación con el acompañamiento peculiar de su vestuario.

APRIETA LA BFMBA, ¡APRIETA LA BEMBA!....En México trabajó con Dámaso Pérez Prado, conoció el profesionalismo, adquirió una vasta experiencia y descubrió las posibilidades sonoras de los metales. Allí, según nos cuenta el maestro Lucho Bermudez, existían bandas con las cuales Beny se entusiasmaba. Es más, cuando cantó con Mariano Mercerón, Ernesto Duarte o Rafael de Paz, lo hacia porque en cierta forma no quería depender de Pérez Prado. Es que el “cara de foca' (Pérez Prado) muy poco crédito le daba al Beny: al menos yo muy pocas veces lo vi anunciado por la orquesta. Una vez el Beny se desprendió de la orquesta de Pérez Prado, no sé por qué, pero el caso es que me tocó soltarle algunos temas como “San Fernando ”, que grabó con mucho éxito, y un bolero inédito, “El veneno de los hombres ”, que no alcanzó a grabar. Gracias a la vinculación del Beny Moré en 1944 con el Trío Matamoros pudo vivir la experiencia de México. Al regresar a Cuba formó en 1953 su Banda Gigante, que a la larga no era innovación alguna en cuanto a formato orquestal, pero que sí tenía una diferenciación en cuanto a la sonoridad: La banda del Beny era eminentemente soñera. Con la ventaja además de recorrer toda la gama rítmica: Trova, mambo, son montuno, rumba, afro, guajiras, merengues, Cha-cha-cha, bolero o guaguancó.

Mantener económicamente a dieciocho músicos, en la época pre-revolucionaria de Cuba, representaba una labor audaz. Aun en los mismos Estados Unidos las grandes bandas de jazz sufrían fuertes crisis y solamente sobresalían grupos pequeños como el caso de Dizzy Gillespie. Cuando un músico llegaba tarde el Beny le decía: fíjate, aquí el único que  puede ser informal soy yo”. Así, medio en broma y medio serio, se llevaba con sus músicos.

¡A GOZAAAR!

Fue un mago del rumbateo o sea desaceitar a su orquesta con el registro agudo y cierta nasalidad era fácilmente adaptable en cualquier tipo de ritmo o género. Pero era su carisma formado por su sombrero de alas anchas voladoras, su bastón que utilizó a manera de batuta, a lo mejor para dirigir su gran banda, y su saco largo y ancho, lo mismo que sus pantalones, jugaban un papel plástico en su dirección musical: Cuando sacaba su pierna derecha blandeando sus pantalones, indicaba que entraba el trombón, cuando movía sus hombros dirigía la percusión. Alguien le llegó a decir ¡eres todo un dandy!

Había nacido en el barrio de Guinea de Santa Isabel de las Lajas, provincia de Cienfuegos, un 24 de agosto de 1919, de bisabuelos negros y esclavos del conde Moré. Antes de morir pidió ver a sus hijos, realizó una presentación y fue hospitalizado.

Al día siguiente, 19 de febrero de 1963, a las 9:15 de la noche, calla para siempre.

Recientemente, en Cuba, imprimieron lo que podría considerarse lo mejor de sus interpretaciones. Es una colección de doce long plays que contienen ciento cuarenta y cuatro temas, donde se siente la fuerza y el dominio de este bárbaro del ritmo. Los viejos y lo motos viejos lo recuerdan con agrado y nostalgia de aquellos  y el afecto por el Beny no kan sido erosionados por el olvido. Aún se siente algo de lo que conmocionó a su país ese 19 de febrero. Jaime Jaramillo Panesso, experto en la vida y obra del Beny, dice: Cuando falleció, allá en su Cuba rumbera y tropical, todas las orquestas guardaron un minuto de tristeza y probablemente algunos sollozos se metieron trompeta y flauta adentro para hacer más pequeña la nota y más agudo el silencio.

PARECORDAR 

NoteBook.  Por Mariano . 

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