El SON mexicano nació en Veracruz... pero de padres cubanos. En marzo de 1928, un grupo de son cubano pisó) por vez primera el Puerto de Veracruz. Los ocho integrantes del Son Cuba de Marianao, habían sido contratados en La Habana por el empresario mexicano José R. Campillo, para cumplir una temporada en el Teatro Esperanza Iris, de la Ciudad de México. Gracias al danzón y sus embajadores cubanos, los jarochos tenían nociones de la música cubana y ya tocaban algo de afroantillano; sin embargo, no sabían cómo se integraba un son. Desconocían los instrumentos necesarios para reproducir las guarachas, guajiras y sones. Los grupos jarochos tenían otro sonido que no era del tipo que poseía el Son Cuba de Marianao. Esos ritmos cubanos vinieron a revolucionar los gustos musicales de los mexicanos. Varios integrantes de esa agrupación, después de que se desbarató el grupo, en 1930, se quedaron en México. Entre ellos, el trompetista y bajista Arsenio Núñez Molina, y el guitarrista y tresero Eulalio Ruiz de Mantilla, quienes trabajaron con grupos mexicanos.
ARSENIO NUÑEZ MOLINA. nació en el barrio de Jesús María de La Habana. Fue el único de su familia a quien le dio por la música. Su padre tenía una peluquería en las calles de San Francisco y San José, de la capital, y su madre trabajaba en lo que podía. Empezó a interesarse por la música después de salir de la primaria, que estudió en el Colegio Galcón. "Un tío mío me vio facultades para la música y me invitó a estudiar en la academia de La Habana". En esa escuela el adolescente aprendió a leer y escribir música. En un principio tocó la flauta. Luego el clarinete y el saxofón, instrumentos que consideraba como compañeros inseparables. Llegó a México tocando la trompeta. Posteriormente, una afección de la laringe le hizo cambiar al contrabajo.
Del barco bajaron,
entre los pasajeros, los ocho integrantes del Son Cuba de Marianao y el bailarín.
Eran Arsenio Núñez Molina, director y trompeta; Félix Catalicio Canto, y Eulalio
Ruiz de Mantilla, guitarras; Augusto Forest Flores, marímbula; Herberto Aguilar
Núñez, El Neno, tres; Miguel Meza, bongóes; Salvador Durañones, timbales; Lico Madera,
maracas y cantante; y el bailarín José González Pimienta. Lalo apuntó que la presencia
del bailarín fue uno de los puntos clave en el contrato, ya que en La Verbena trabajaba
como variedad. A los cinco días, ósea el 13 de marzo de 1928, el Son Cuba de Marianao
debutó en el Teatro Esperanza Iris, como parte del espectáculo de José R. Campillo,
que incluía nombres como Chapín y Nava, El Chato Rugama y Pompín; en ese tiempo
empezaba Delia Magaña, el cómico Chaflán era muy joven, a la vez que estaba también
el Trío Garnica Ascencio.
Llegaron por
un mes y se quedaron tres. Al término de los tres meses, y con la misma compañía,
el Son Cuba de Marianao salió de gira por toda la República, finalizando en el Puerto
de Veracruz. Allí Campillo les dio una alternativa: sus pasajes para regresarse
a Cuba o dinero. Hubo consenso, les habían dado un trato magnífico, se quedaron.
El dueño del
Café de La Merced en el Puerto de Veracruz los contrató por un mes para tocar en
la noche. Allí fue cuando los muchachos de aquella época que tenían afición al son,
se arrimaron con ellos y aprendieron bien. Efectivamente, ese son cubano, «el primerito»
que vino a México, causó furor. (A un mes de la llegada del Son Cuba de Marianao,
llegó el Son Oriental a Mérida, Yucatán, donde allí mismo se desbarató.) La juventud
portuaria acogió con entusiasmo los nuevos ritmos. El de Marianao llegó a constituir
una escuela para los primeros soneros mexicanos, como Pedro Domínguez, Moscovita;
José Macías, El Tapatío, y Luis Iturriaga, por mencionar a sólo unos cuantos, que
en ese tiempo tenían once, doce y catorce años respectivamente. El Tapatío también
recordó haberlos visto en el Teatro Variedades.
EXTRAIDO DE. Rumberos de ayer- Musicos cubanos en Mexico. PARECORDAR
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